Pain partout…
Pan por todas partes, como alimento y como metáfora, como imagen y como idea, adjetivado o huérfano. Estos son algunos de los términos que concentra el trabajo de Greta Alfaro en Fornacalia, un proyecto compuesto por un conjunto de piezas realizadas en diversos medios en las que el horno —el lugar de la transformación de la materia— constituye el punto de inflexión entre la masa y el pan cocido, entre lo informe y el objeto resignificado, sea por su desplazamiento, su declinación o su insistencia. El título del proyecto alude a la fiesta celebrada a mediados de febrero en honor de la diosa Fornax, la protectora de los hornos y el secado del cereal. La fiesta y la ofrenda tenían un doble propósito: por un lado, rogar por una buena cosecha, una vez sembrado el campo; por otro, y derivado de lo anterior, era una alabanza a la fertilidad de la Tierra. Ahí se encuentran los temas sobre los que versa Fornacalia: ofrenda, fertilidad, transustanciación; aunque no son los únicos, pues mientras la artista recupera la tradición vernacular de la acción de amasar los ingredientes que componen el pan y su equiparación con los ritos de fertilidad dirigidos a los campos y las mujeres, también subyace en su propuesta la herencia cultural asumida (y su alcance) en la transformación del proceso mismo del hacer pan, un oficio en origen femenino.
Por lo tanto, sin eludir la carga religiosa del pan como alimento espiritual, presente en su trabajo, también podemos acercarnos a la producción material e industrial del pan; para ello valga detenernos en la entrada Boulanger de la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers (1751-1765), editado por Denis Diderot y Jean le Rond d´Alembert, así como en la plancha que, en otro volumen, completa la definición. En esta se narra la ausencia que Alfaro quiere evidenciar en Fornacalia (2021), video e instalación que dan nombre al proyecto: “Cuando los antiguos aprendieron a amasar el pan, lo preparaban como el resto de los alimentos: en casa y en el momento de la comida. Era una de las tareas principales de las madres de familia. Y en los tiempos en los que un príncipe mataba él mismo el cordero que debía comer, las mujeres más cualificadas no desdeñaban meter las manos en la masa”. En la plancha Boulanger de la Encyclopédie todos son panaderos: el que amasa, el que pesa la masa, los dos que dan forma al pan y el que los introduce en el horno. De manera que, y sintetizando ahora en exceso, Alfaro nos recuerda como la mecanización del proceso del amasado y cocción de la mezcla original de harina y agua, a la que se añadirá después levadura y sal (o no, atendiendo a las costumbres y normas religiosas o culturales), conlleva la paulatina desaparición de las manos (el cuerpo y la fuerza de trabajo) de la mujer en el proceso. El muro de pan que la artista construye se erige en un espacio de resistencia, pues ahí el pan no es (solo) alimento espiritual, sino materia constructiva para un limes simbólico, la línea que traza el territorio perdido en el mapa. “Sapiens mulier ædificat domum” es la inscripción que acompaña la primera estampa y el primer octeto del libro Emblemes, ou Devises chrestiennes, composees par damoiselle Georgette de Montenay (1571), y del que Pierre Woeiriot es el autor de los grabados. Esa mujer sabia es Jeanne d´Albret, reina de Navarra (1555 – 1572) e impulsora del calvinismo en sus dominios y a quien el libro está dedicado. En la estampa es presentada como mujer arquitecta que levanta el perímetro “del templo santo, para con toda su fuerza / alojar virtud y expulsar todo vicio” mediante el empleo de perfectas piezas rectangulares, como las que componen el muro de panes que demarca el espacio metafórico ideado por Alfaro: horno, cueva, útero, capilla, templo, palacio.
De la observación de los collages fotográficos se advierte que la artista se sirve y conecta las dimensiones material, alegórica y espiritual del pan. En ellos domina el imaginario cristiano, por el empleo de reproducciones de obras pictóricas y escultóricas de tema religioso como base para la construcción de sus imágenes o su metafórica alusión, como ocurre con la composición del joyero fabricado con pan que, con su forma de concha y repleto de collares de oro, perlas y piedras preciosas, se presenta como trasunto y sinécdoque de la Magdalena arrepentida. La insistencia en la idea del pan como alimento espiritual, como ejemplifican Ecce Homo (2020), Dough is like a Baby (2020) o Anchorite (2020), podría permitir la puesta en crisis de la naturaleza de dicho pan y de dicho espíritu, así como la afirmación de su esencia informe o, en términos cristianos, el misterio de su naturaleza. En 1929, Geoges Bataille empezaba la entrada de “informe” de su Dictionnaire — elaborado y publicado por entregas en la revista Documents— señalando que un diccionario comienza cuando no tiene que aportar el sentido de las palabras, sino la necesidad de estas; de manera que abordó “informe” a partir de su materialización: una araña aplastada o un escupitajo. A partir de esa entrada del diccionario, Rosalind Krauss e Yve-Alain Bois asumieron lo “informe” como una operación que posibilitaba, a su vez, múltiples maneras de ser formalizado (Formeless. A User´s Guide, 1997). Queda por preguntarnos de qué naturaleza es la operación de desplazamiento que propone Alfaro en esos collages, donde el pan viene a ocupar el lugar de la representación de Dios o su manifestación: el niño Jesús, un crucifijo, la revelación de arrepentimiento o el cuerpo de San Buenaventura. En su trabajo se entrecruzan y conviven las citas bíblicas, los cultos paganos y las creencias populares; también la ambivalencia entre horno y eucaristía. Lo que resulta de esa intertextualidad es un corpus de obras en las que el carácter inasible e informe de la divinidad que defendería el creyente queda alterado por la producción y la manipulación, por la religión de la industrialización y el progreso, que traduce la informe masa de pan en rebanada, barra u hogaza.
Rocío Robles Tardío