[…] En un gesto de generosidad artística con las obras que conforman el proyecto “La esperanza de España”, Pol Coronado decide compartir con el espectador el sueño de un premio de lotería. Una gran tarta de copas de champagne desde el suelo, piso a piso, se dispone al alcance del espectador para hacerlo partícipe de una celebración que está a punto. Entretanto, diversos haces de luz de láser llena las copas y reflejan su vacío en las paredes tapizadas de cupones de lotería, provocando una borrachera que por momentos podría resultar hipnótica. De ese modo es como Coronado deja al espectador adelantarse a los acontecimientos, invitado privilegiado para tomar parte de un sueño que está aún formándose.
En las paredes acertamos a ver una letanía de números, un sumatorio de anhelos. Uno a uno, uno tras otro, los cupones se adhieren a la pared para hacer recuento de cuantas esperanzas, y también frustraciones, han pasado de mano en mano, arrugados, cuarteados o perfectamente doblados, antes de acabar en la papelera. En la pared, en un tapiz de terciopelo, se recomponen sueños y se acomodan ilusiones a la espera de que a mí también me sonría la fortuna.
De otra parte, en la instalación “Se vende” (2011), otras paredes ponen precio a la medida de otro anhelo, el de poseer una casa. Según se mire, podemos también ver en ella la desdicha de perderla. Carteles de toda suerte y condición, con el repetitivo anuncio de “Se vende”, se amalgaman de tal manera que no dejan hueco en la pared sin empapelar. Con ello, Coronado da lugar a un variopinto catálogo de productos inmobiliarios, aquéllos que durante años han afianzado nuestra pertenencia al próspero territorio del ladrillo. La oferta que es llamativa, no es sino la que puebla nuestras ciudades, adornando de bizarro conceptualismo nuestras ventanas y balcones; aquélla que ha hipotecado nuestros sueños de por vida en el país de Jauja.
El vídeo “Sin título” (2011) se detiene en la quietud de la luna, tan sólo eclipsada, a veces, por el caprichoso recorrido de unas nubes. Todo es ensimismamiento. No hay danzas macabras ni aquelarres. Tampoco hombres lobos ni murciélagos. Ni siquiera enamorados. No hay personajes. No pasa nada. Nada acontece. No hay acción. No hay historia, salvo la que pueda exorcizar un desengaño, cuando suena de fondo Judy Garland.
“Sonríe aunque te duela el corazón
Sonríe, a pesar de que algo se está rompiendo
Cuando hay nubes en el cielo, que obtendrás
si sonríes, a través de tu miedo y dolor.
Sonríe, y habrá mañana.
Verás la salida del sol brillando
Si tú….
Ilumina tu cara con alegría.
Ocultar todo rastro de tristeza
aunque una lágrima puede estar siempre tan cerca,
ese es el tiempo, tú debes seguir intentándolo
Sonríe, ¿de qué sirve llorar?
Tú verás que la vida sigue mereciendo la pena,
Si tú acabas de….
Ilumina tu cara con alegría.
Ocultar todo rastro de tristeza.
Aunque una lágrima puede estar siempre tan cerca,
Ese es el tiempo, tú debes seguir intentándolo
Sonríe, ¿de qué sirve llorar?
Tú encontrarás que la vida sigue mereciendo la pena,
Tú acabas de….
Sonreír”.
Y ahora sí, no queda nada, más que caer dormidos, muertos por un sueño, el que ciega nuestros días e ilumina nuestras noches a la luna boba.