Fermín Jiménez Landa.
Vie 21 septiembre - Vie 23 noviembre, 2018.
Una persona viva y dos muertas
MURO MULLO De todo lo que me dijiste, sólo voy a recordar que no pudiste llorar. Que te quedaste parada con los labios entrecerrados y lo miraste como quien mira ya a un muerto, con más indiferencia que pena, con la burla profunda del vivo que aguanta en esta tierra. Escribiste tu secreto como quien […]
MURO MULLO
De todo lo que me dijiste, sólo voy a recordar que no pudiste llorar. Que te quedaste parada con los labios entrecerrados y lo miraste como quien mira ya a un muerto, con más indiferencia que pena, con la burla profunda del vivo que aguanta en esta tierra.
Escribiste tu secreto como quien vierte la esperanza de poder volver atrás. Si no lo cuentas no sucedió, si me lo dices, es porque quieres rememorar, o tal vez actualizar tu secreto como pacto oculto contigo misma. Ahora, tus secretos componen la obra de Fermín Jiménez Landa, una intervención en donde se encuentran tu historia íntima y la masilla del muro. Una pieza, que es un sistema de relaciones, cuyas ramas se extienden a través del devenir del tiempo-materia en el que vivimos. Al imaginar todas las conexiones detrás de cada hecho indecible, me apercibe una sensación de inmensidad donde es difícil diferenciar lo que es tuyo o lo que es del muro, lo que es del edificio o de la ciudad, lo que es tu vida o lo que será de ti, o de mí, o de Fermín, mientras este secreto tuyo guarda (y vigila) la galería Rosa Santos. Vigila despierto atento a su posible revelación.
Un pedazo de papel, que contiene una parte de tu vida es inserido en un agujero de un muro. Quien sabe si en un siglo, o en tres, van a aparecer estos escritos, o si algún día van a ser descifrados como mensajes codificados. De hecho, no hace mucho tiempo apareció muy cerca de la galería el dibujo de un barco que se cree fue pintado por un niño que vivió ahí hace seiscientos años. Esta es la línea de tiempo en la que nos situamos, el encuentro frágil y momentáneo entre la vida anónima y su huella material. Una sincronización de tiempos que es presente y nos estimula a especular sobre todos los encuentros fortuitos que han sucedido para que ahora, estemos aquí, pensando en tus secretos.
Podríamos tantear una poética del secreto, divisando una constelación donde el enigma, lo encriptado, lo interno, o lo incomprensible se entrelazan a través de siglos de evolución del lenguaje. La etimología nos da pistas de como secreto y segregación comparten raíz, al ser aquello situado a parte, separado, más allá de la visión y el oído. Un espacio de otra dimensión que incita una conexión con lo sagrado. El secreto es la comunicación del hecho mágico, del conocimiento místico, que, si bien puede ser inefable y constituyente de un lenguaje simbólico – sólo comprensible para los iniciados – cuando se verbaliza, se hace como susurro, en voz baja, casi inaudible. El secreto guarda una función de unión, entre aquellos que lo comparten, y entre estos y el contenido transmitido. Unión con el más allá, con lo oculto, como en los rituales dedicados a la conspiración, a la subversión de lo establecido, que si nos fijamos en la historia de la brujería – vía Silvia Federici – guardan un sentido utópico, en cuanto son espacios de resistencia a la disciplina del trabajo, de los cuerpos y de sus roles sexuales. El secreto es un conjuro, una invocación y una alianza para conseguir un fin compartido, es el principio de toda revuelta, y la comunión entre entidades de distinta naturaleza. Si el capitalismo temprano ejerce la fuerza para disolver esta unión, y así establecer una explotación del trabajador aislándolo de la comunidad y erradicando lo comunal, lo hace también desde el poder de las sociedades secretas; son el Vaticano y la Banca quienes controlan y administran la información. La conspiración es una composición de secretos, cuya revelación tiene consecuencias en la organización mundial, a nadie se le escapa la importancia de lo confidencial como arma de guerra, de ahí los secretos de Estado.
El secreto moderno, de-sacralizado, es motor de argumentos de novela, capricho de la burguesía urbana, que por aburrimiento llena su vida de deseos y juegos peligrosos. El secreto es crimen y sexualidad prohibida, es lo que queda fuera del marco trazado por la moral y la hipocresía. La losa de la ortodoxia social, esculpida por el trabajo asalariado y la represión religiosa, cede al proceso consumista, y expone la intimidad como elemento de cambio. Transparencia del sujeto que se exhibe, pornografía y voyeurismo que revelan una fascinación por la descubrimiento de lo secreto (la visión del sexo). Internet profundiza este paradigma, por un lado, nos permite cierta ficción, la re-presentación del avatar, por otro, intentar mantener secretos como un espacio definitorio del sujeto, es por lo menos, una tarea complicada. El rastro que dejamos de nuestra actividad es fácilmente trazable, de ahí la capacidad de anticipación de nuestros deseos. Más aún, internet es el escenario de batalla de las ciber-guerras para el control de estos secretos, y así manipular elecciones, desarrollar estrategias comerciales, o acelerar el cambio geo-político del planeta. Los hackers son los únicos capaces de conocer o desvelar los secretos como verdades escondidas en lo más recóndito. Al lado del Deep-web, el secreto de la receta de la Coca-Cola aparece como un reducto naif de un mundo que ya no existe.
Y volvamos a empezar, y pensemos en la intervención de Fermín, y digo intervención pues la suya es una obra que insiere, que posiciona gestos que pueden ser leídos como poéticos, o como alteraciones y juegos con lo cotidiano. Sin embargo, a mi me gustaría pensarlos como profundamente materiales, como un esfuerzo para reposicionar nuestra relación con lo circundante, con puertas, piscinas, y carnés de biblioteca. Un trabajo que, aún vinculado con lo conceptual, encuentra en la relación con lo material una reciprocidad performativa, que busca lo que cuesta ver, para mullir en el sentido de ahuecar, de esponjar los límites de lo posible, y con ellos los de nuestra vida. Es esta conexión, entre aquello vital y objetual, la que me parece más relevante, pues es en las variaciones de estos movimientos dispares cuando nos sentimos partícipes y capaces de modificar nuestra existencia, de definirnos como otra coalición entre cosas e ideas. Mi secreto, en la pieza de Fermín, es una cápsula personal, única e intransferible de mi experiencia de este mi reino, en el sentido más íntimo, y a la que transfiero esta pulsión, anónima y paradójicamente individual, para que algún día alguien me encuentre, y me salve del olvido universal.
Y añado, tú eres el secreto que no se dice. La voz que en la noche me despierta, el ruido de un mundo que desaparece cada día, y aquello que cuando yo muera, seguirá por mi aquí, manteniendo este escondite en el que buenamente dejé parte sincera de mi.
Xavier Acarín Wieland
Tres personas pueden guardar un secreto si dos de ellas están muertas.
Benjamin Franklin
La galería Rosa Santos abre la temporada con Una persona viva y dos muertas de Fermín Jiménez Landa, un conjunto de nuevas obras atravesadas por una intervención en el edificio. Un muro lateral es contemplado como una continuidad, pintado del mismo color y perforado por cientos de agujeros. Los visitantes a la galería irán rellenándolos uno a uno con un papel enrollado en el que habrán escrito un suceso o pensamiento que nunca hayan narrado. Estas fracciones de la realidad jamás convertidas en palabra quedarán en el muro sin ser leídas y serán masilladas cuando acabe la exposición. Una inmensidad de infrahistorias que no pueden verse pero que imaginamos al fondo del agujero.
Las obras de la exposición resuenan las unas en las otras. Un conjunto de escenas invisibles y de objetos recónditos se alteran o enriquecen entre sí al mostrarse asociados. Alusiones a secretos inconfesos, frases encriptadas, islas desiertas, rayos verdes, parpadeos y agujeros se materializan en recortes, discos de cobre, vídeos y llaves de puertas de casas que ya son ceniza.
Además de la base del muro, encontramos al fondo el video En la oscuridad brillante (2017). En él vemos la isla de Lisca Bianca, una minúscula isla deshabitada del archipiélago de las Eolias que se asociará para siempre a una desaparición ficticia, la de la protagonista de La aventura de Michelangelo Antonioni (1960). Anna desaparece misteriosamente de una isla sin apenas recovecos. En todas las plazas de todas las ciudades con turismo masivo encontramos invariablemente los mismos lanzadores que venden helicópteros de leds. La noche del 4 de Agosto de 2017 partimos a Lisca Bianca con varios de ellos. En la oscuridad brillante documenta esa noche en la isla. Un video poco narrativo que forma una imagen abstracta y algo estética pero con un trasfondo sombrío.
En la segunda planta un monitor emite One day ahead (2016). La temperatura de los estudios de MeteoNews, un estudio de meteorología Suizo, subió o bajó en función de la temperatura prevista para el día siguiente durante los cien días que duró Manifesta. Si, por ejemplo, se pronosticaba que la temperatura subiría dos grados al día siguente en Zurich, ese día se subían dos grados la temperatura del estudio. Se pudo seguir la reacción del hombre del tiempo (sudor, frío, cambios en el vestuario) en TV e internet y ahora vemos al propio meteorólogo explicando en su cadena la pieza en alemán.
Hay también una maqueta y una llave. La casa es un modelo de la falla de Mossen Sorell que Fermín realizó este año llamada Salvar el fuego (2018). La falla comenzó el 19 de Marzo de 2017 cuando de las últimas llamas de la cremá se encendió un pequeño palo que encendió una vela y que luego encendió una velón. Este fuego se fue conservando entre quinqués, candiles, calentadores de gas, cigarros y fogones y llegó hasta Marzo de 2018 saltando de elemento en elemento hasta encender la estufa de una casa que es una falla. Un edificio anodino, un bloque de viviendas de barrio que fue el último hogar del hogar. El artista estuvo viviendo en la casa para asegurarse de que la estufa no se apagara ni se incendiara la falla. La llave con la que entraba y salía se expone. Es el único elemento que queda de la falla.
Los Discos de Eneas (2018) que encontramos repartidos en varios puntos de la sala están inspirados en los discos que Eneas el táctico (Siglo IV a.c.) diseñó para transmitir mensajes, escribiendo al pasar una cuerda por los agujeros, que corresponden a las letras del alfabeto. En ellos se encuentran confidencias del artista que solamente podríamos leer deshaciendo la cuerda.
En la última planta se sitúa Parpadeo (2018), una revisión de una intervención en la fachada del museo Artium de 2015. Es una instalación de cinco lámparas muy diversas que parpadean diez veces por minuto. La regularidad del parpadeo humano depende de factores como la humedad, el interés o las drogas consumidas, pero se da esa media de diez veces por minuto. Se toma una medida empírica, una variable, un dato matemático distante, para intentar alejarnos de lo humano sin romper del todo el vínculo, exigiendo continuamente un esfuerzo a la imaginación del observador.
En la pared intervenida cuelga un pequeño recorte de una ilustración. Es El rayo verde (2016). Alude a un proyecto que lentamente desarrolla Jiménez Landa del que pudimos ver una intervención en la última exposición de la Gallera. El rayo verde es un fenómeno atmosférico que puede suceder durante la puesta o salida del sol. Es un destello o un rayo de luz de duración mínima que ocurre en condiciones atmosféricas muy infrecuentes y en espacios vastos como el mar. Se debe a la refracción y dispersión de la luz cuando roza el horizonte. Su naturaleza inaprensible y fugaz ha provocado numerosas creaciones literarias, musicales y cinematográficas relacionadas con el deseo, con lo factible y con lo imposible, como la novela homónima de Julio Verne de 1882, perteneciente a su serie de viajes extraordinarios. Verne fue el primero en popularizar el rayo. Ubicada junto a las lámparas, pretende jugar a ser el reverso brillante de los parpadeos.